lunes, 12 de noviembre de 2007

Se deslizó lentamente por el lodo más negro que algún día pudo ver y allí se quedó. Hundida en una mezcla de dolores e inexistencia, durmió. Permaneció quieta por unos segundos, o quizás fueron meses, semanas, horas. No lo sabe. A veces hace falta ese tiempo para pensar. Creo. De todas formas descubrió que era más entretenido mirar el sol hasta estornudar o comer chocolate! Descubrió que el otoño, aquel otoño, podría ser reemplazado por unos miles más. Y en su nueva experiencia, pero aún inocente, despertó en primavera. Poco a poco despegó cada reflejo inyectado en sus sesos y perdió una parte. Es como las enfermedades, se siente vacío y duele, pero es que si no eliminas, aquel extraño en tus huesos termina por aniquidarte. Ahora tiende sus brazos e intenta apreciar cada detalle. Ahora intenta no voltear la cabeza, ni comer madera. A veces, sólo a veces, llora. La vida es un viaje inmenso. Espero en ese final encontrar paz.